BRUSCHETTA DE TOMATE Y ALBAHACA

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Uff, hace mucho calor. Solo apetecen cositas refrescantes y que no tengas que andar con muchos fuegos en la cocina, así que esta receta es perfecta para estos días si además les gustara a los niños, sería la bomba pero de mis tres hijos al único que le chifla el tomate crudo, es el peque de la casa.  Pero bueno, una cenita para dos así de sencillita pero con mucho sabor,  convierten el ratito en una velada perfecta y con tanto rojo, hasta romántica. Porque al fin y al cabo, todo puede ser romántico cuando uno y el otro quieren, da igual lo que haya de por medio y da igual incluso que uno no esté presente. Hace algunos años me tocó hacer guardia una noche en un box de urgencias hospitalarias, acompañando a un familiar. Ella dormía esperando a que la pasaran a planta, su situación era delicada así que dejaban que un familiar estuviera presente en todo momento. La silla se me hacía cada vez más incómoda y el ambiente que allí se respiraba no era como para nadar dando paseos, ni siquiera para estirar las piernas. Me quejé sin éxito ninguno por el tiempo que pasaba, tan lento, sin noticias de cuando iban a moverla de allí. Pasaron en total casi 13 horas de aquella manera, la noche se hizo más cruel porque empezaron a llegar enfermos, parece que la noche hace que todo se agrave, verdad?.  Sin pretenderlo te enterabas de todo lo que sucedía a tu alrededor, solo unas finas cortinas de tela  separaban nuestra desgracias de las que seguían llegando. Durante las trece horas permanecí más de la mitad del tiempo con los ojos cerrados, taponarme los oídos ya me parecía más fuerte…. Y llegó ella, una anciana con gesto amable y la colocaron pegadita a nosotras, sin cortinas ni tan siquiera. A pesar de su edad, ingresaba sola. No quise preguntarle nada, me limitaba a sonreírle cuando nuestras miradas casualmente se cruzaban. Ella fue la que rompió el hielo, me llamó haciendo un gesto con la mano, agarró la mía cuando me acerqué y tiró de mi colocando mi oído cerca de su boca.:- Mi niña, a mi ahora me van a llevar lejos de aquí, toma esto y guardamelo que aquí nadie me hace caso. Yo le respondí que qué era lo que quería darme y ella se metió la mano en el pecho y sacó un plástico. Lo cogí por su insistencia y era una fotografía plastificada. Un retrato de un señor, muy bien parecido y joven, aunque ya cuarteada se le veía cara de estar en paz y tranquilo. La señora no se equivocó y minutos más tarde la sacaron en la misma camilla que la habían traído. No volví a verla en urgencias y me llegó el momento de salir de allí porque  por fin, trasladaban a mi familiar a una planta. Guardé la fotografía y pensé en volver cuando tuviera algún relevo a urgencias en busca de la señora.

Entre una cosa y otra pasó ese día y no fui por allí. Al día siguiente fue lo primero que hice antes de pasar por la habitación del familiar mío que seguía ingresado. Al llegar allí  y preguntar en el módulo de información, me miraron como si yo estuviera loca, pretendía buscar a alguien de quien no sabía ni su nombre…. Pobre pánfila infeliz pensaría aquella señora que me atendía. Me fui a la habitación ya preocupada y maldiciéndome por haber aceptado aquel encargo, a sabiendas que para aquella señora esa foto debía de ser muy importante y allí estaba yo, danzando con la foto de no se quien en mi bolso y custodiándola como un tesoro…. Así iban pasando los días y de vez en cuando, en los horarios de turno que me tocaban,  me daba paseitos en busca de la anciana. Pero nada, ni rastro. Un hospital tan grande y yo en busca de alguien de quien solo conocía su cara. Hasta que un día la impaciencia me hizo contarle a una enfermera mi «encargo». – Difícil me lo pones mi niña, pero por las habitaciones que me toquen,  si veo a alguien así, le preguntaré, descuida.

Ese día volvía a casa, con la foto, nuevamente. Giré en el pasillo que me llevaba a los ascensores y allí estaba ella, sola,  apoyada en el bastón que sujetaba un suero, mirando por una ventana. Al verla grité: – Señora!!!!. Usted es la de urgencias???’. Ella me miró y noté que su gesto no se alteraba lo más mínimo, ni tan siquiera se sorprendió al verme, a mí, que custodiaba desde hacía muchos días ya, su gran tesoro…. Hola, tu eres Cloti???,  me dijo.  Y se sonrió. – No, yo no soy Cloti. Se acuerda de mi??? Yo soy la que le guardé la foto, espere… En un gesto nervioso y emocionado, rebusqué mi agenda en el bolso. Había guardado entre sus páginas el retrato para que no se cuarteara aún más. Ella seguía mirándome como a una perfecta desconocida, sin ningún tipo de ilusión. Al ver la foto, los ojos se le abrieron de par en par, sus ojos se llenaron de lágrimas e intentó abrazarme pero las vías no se lo permitían. Besé una de sus mejillas y le dije adiós. Me alejé y miré hacia atrás y allí seguía ella, besando la foto sin reparar en mí.

Al día siguiente ya habiéndome liberado de aquel peso, algo seguía preocupéndome. La imagen de la señora, desconcertada, mirándome,  seguía nítida en mi mente y entonces me crucé casualmente con la enfermera (las casualidades, no existen). Me contó que la señora padecía de Alzheimer, no tenía hijos, solo un sobrino que no vivía con ella. Ella vivía desde hacía años en una residencia pero de vez en cuando y por otro tipo de problemas,  la ingresaban en un hospital. Se había quedado viuda a los 23 años, un error médico le había arrebatado a su marido cuando más felices eran, recién casados. Ya ella había cumplido los ochenta, así que desde aquel día en que se quedó sola,  había vivido para morirse y poder reunirse con él. El rostro de la foto se llamaba Paco. Dicen los que la cuidan en la residencia que el Alzheimer podría haberle borrado también su recuerdo, pero al contrario, él era lo único que permanecía intacto en su memoria. Y su foto en el pecho. No guardé un tesoro aquellos días, guardé el único trozo de vida feliz que aquella señora había vivido. Guardé la única imagen que le quedaba y que le aseguraba que cualquier tiempo pasado, había sido mejor. Así me pesaba tanto, aquel trozo de plástico…..

INGREDIENTES:

5 Tomates maduros

3 Rebanadas de pan. Si es tipo hogaza, mejor que mejor.

Aceite de oliva virgen

 unas hojas deAlbahaca, mejor si es fresca si no, pues en especie.

Sal gorda

dos dientes de Ajo.

DELICIOSAS

Antes que nada pondremos a calentar el horno, función grill a 180º. Ahora ya podremos lavar bien los tomates.IMG_6531

Los cortaremos en cuadritos y los iremos disponiendo en una fuente tipo ensaladera.

Primero en rodajas

Primero en rodajas

Después en cuadritos

Después en cuadritos

Una vez tengamos todos los tomates cortaditos en cuadros, iremos preparando el pan antes de tostarlo.

Yo utilicé rebanadas de pan de 5 cereales

Yo utilicé rebanadas de pan de 5 cereales

Echaremos un chorrito de aceite de oliva virgen, por encima de las rebanadas y repartiremos el aceite lo mejor que podamos ayudándonos de un cuchillo de untar.

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Ahora pelaremos un diente de ajo y lo partiremos por la mitad. Pasaremos el diente de ajo abierto por toda la superficie del pan.

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Y ahora, introduciremos el pan en la rejilla de horno y lo hornearemos durante 7 minutos a la misma temperatura y en la misma función que habíamos precalentado el horno. no lo dejen más tiempo porque si el pan se tuesta demasiado, corremos el riesgo de que se quede muy duro.

Mientras el pan se tuesta, maceraremos los tomates picados, primero incorporaremos un chorrito de aceite de oliva virgen, como si estuviéramos aliñando los tomates.

IMG_6537Ahora, un poquito de sal gorda al gusto.

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Añadiremos también la albahaca, si es fresca partida en pedacitos mejor, si no pues en especias que fue lo que yo hice porque ese día tenía antojo y las preparé con lo que pillé en casa y me cogió si albahaca en el frigo.

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Por último, pelaremos el otro diente de ajo que teníamos y también lo partiremos por la mitad. Lo echaremos en los tomates y daremos vuelta mezclando todo para que se vaya macerando.

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IMG_6558Ya pasado el tiempo en que nuestro pan esté tostadito y soltando un aroma maravilloso por nuestra cocina, sacaremos el pan del horno, lo colocaremos sobre una bandeja, donde después lo vayamos a servir. Retiramos el diente de ajo partido de los tomates y montaremos sobre el pan, el aliño del tomate.

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Y ahora a disfrutar de las bruschettas y de nuestros amores, porque cuando uno ama de verdad, quiere durante toda su vida.

 

 

 

 

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