Hace un mes me subí a una montaña rusa. Llena de curvas, de repentinas bajadas, de sospechosas subidas y de oscuras trampas. Fue un trayecto largo, demasiado largo y estresante. En ningún caso pude pensar con claridad cual era la finalidad de aquellos vaivenes y baches. En ningún caso fue divertido. Solo acierto a decir que estuve asustada y aún hoy tiemblo cuando lo recuerdo. Tengo una amiga que me dice, no me subo a las montañas rusas no porque les tenga miedo, es que no me gustan. A mí tampoco pero en mi caso no me quedó más remedio que ser valiente a pesar de estar sintiendo un miedo que me devoraba. Que me hacía palpitar tan fuerte que el corazón no me explotó porque debe ser cierto que los milagros existen. Solo se que ya bajé del vagón y que la experiencia, ya con los pies en el suelo, me sirvió para darme cuenta de que hace once años di a luz a la niña más fuerte, paciente y valiente que conoceré nunca. Que alguien, sin conocerte de nada, puede ser la persona que más te ayude a llevar un trance. Que comienzo a entender por qué las batas de los médicos son blancas, a los que trataron a mi hija y se preocuparon y se ocuparon de ella, solo les faltaban las alas porque fueron ángeles, con ella y conmigo. Sandra llena de generosidad y profesionalidad sin perder un segundo la sonrisa y la calma. Agustín con más paciencia que cualquier santo. Alexia y Olga, porque no dudaron en ayudar y en calmar, pendientes en todo momento. Sonia, porque jamás esperé encontrarme la mayor muestra de ternura en la puerta de un quirófano. Ya pasó todo y aún sigo mareada. Y a pesar de saber que todo está bien aún me recorre el cuerpo un escalofrío, me estremezco al recordar a mis hermanas acompañándome, a mi tía Ana, a Mapino, a mi abuela, a mi madre que sé que estaban subidas en el vagón de detrás. A mi chico, que al cruzarnos las miradas me agarraba fuerte de la mano y me decía: -No va a pasar nada. Y me hacía sentir a salvo. A mis amigas que de repente un día aparecieron y me ayudaron a hacer este rollo de carne y su compañía me devolvió el apetito…..
Al final, la vida te llevará a donde tenga que llevarte pero lo más importante siempre será quien te esté acompañando.
INGREDIENTES:
1Kg de ternera molida
1 Huevo
1 diente de Ajo (le retiramos el centro)
2 rebanadas de Pan de Molde
Un poco de Leche
150 grs de Bacon
50 grs de queso Parmesano
1 Cebolla
2 vasos tamaño de los de beber agua, de caldo
2 vasos de agua
Aceite de Oliva
Salsa Perrins
Pan rallado
Say y pimienta negra molida
SABROSO Y TIERNO, como los auténticos amigos
Colocamos la carne molida en un recipiente ancho y cómodo para mezclar y trabajar bien la carne.
A la vez, pondremos en otro recipiente las rebanadas de pan de molde y las mojaremos en leche.
En una picadora o mezcladora eléctrica, echaremos el bacon, el trocito de queso parmesano y el diente de ajo, al que previamente le habremos retirado el centro. Mezclamos o picamos bien y reservamos. El resultado será una especia de pasta rosácea.
Ahora echamos el huevo sobre la carne molida y salpimentamos.
Vertemos ahora también sobre la carne, las rebanadas de pan ya casi deshechas y escurriéndolas como podamos con las manos del exceso de leche. Añadimos también la pasta que hemos mezclado con el bacon, el queso y el diente de ajo.
Nos colocamos unos guantes desechables y con la manitas, vamos mezclando e integrando todo los ingredientes hasta que todo vaya quedando bien compacto. Cogeremos ahora una papel vegetal de cocina y lo humedeceremos con algunas gotas de agua sobre el mismo de manera dispersa.
Aún con la manos y los guantes puestos, cogeremos la mezcla y le daremos forma de rollo la cual colocaremos sobre el papel vegetal humedecido.
Empaquetaremos el rollo en el papel, como si fuera un paquete de un caramelo. Apretando bien. Una vez hecho esto, lo meteremos en la nevera y lo dejaremos reposar así, durante una hora.
Pasado ese tiempo, sacaremos nuestro rollo de la nevera, con cuidado le retiraremos el papel en el que lo habíamos envuelto y en un plato echaremos pan rallado.
Con cuidado y con cariño, pasaremos el rollo de carne sobre el pan rallado y mientras tanto en un caldero con fondo y con buen diámetro, pondremos como un dedo de altura de aceite de oliva y la pondremos a calentar in que se queme y sin que tome demasiada temperatura.
Cuando ya tengamos al aceite calentito, pasaremos el rollo por y lo sellaremos, dándole vueltas para que el sellado sea perfecto. No se trata de freírlo ni de que e haga en ese momento, tan solo lo sellaremos para que durante la cocción posterior, no pierda sus jugos.
Cuando ya lo tengamos sellado, bajaremos el fuego y lo mantendremos a temperatura media. Es entonces cuando comenzaremos a echar en el caldero una cebolla entera, cortada en juliana.
Justo después, un buen chorrito de salsa Perrins y por último los dos vasos, tamaño agua, de caldo. Si no tuviéramos caldo echaremos la misma cantidad pero de agua y le añadiríamos una pastilla de caldo vegetal.
Ahora taparemos el caldero y calcularemos 15 minutos a fuego 6 (temperatura media). Pasados los 15 minutos, daremos la vuelta al rollo y volveremos a calcular otros 15 minutos.
Y cuando se terminen estos tiempos por cada lado, ya tendremos listo nuestro rollo. De sabor intenso, pero suave, muy suave al paladar. Yo lo acompañe con las amigas más lindas y con un pisto de verduras sobre puré de papas que será receta futura para este blog. Cortamos el rollo en rodajas para presentar en la mesa y la salsa la podemos dejar entera o pasar por la Minipimer, de cualquier manera está exquisita.
TE QUIERO SARITA!!!!!!!